miércoles, 16 de noviembre de 2022

Expectativas (es un secreto)

Pensé que ya lo habría superado, pero no. Sigo sin poder estar a solas conmigo misma. Al menos ahora, cuando cierro los ojos, la compañía imaginada es agradable. Hace unos meses, cerrar los ojos era lo peor que me podía pasar. No tengo aún claro si estoy escribiendo esto para el mundo o para mí. ¿Cómo de sincera puedo ser? ¿Cuánto voy a tener que contar en metáforas, para que no lo entienda nadie? ¿Acaso no soy ya lo suficientemente vieja como para no tener que disimular cuando escribo?

 
Vuelvo a poder cerrar los ojos e imaginar. Y doy gracias a Dios por ello, de verdad. Es todo un descanso. Y sin embargo, esta semana me han dado (¡me he dado a mí misma!) un golpe de realidad en la cabeza, y no sé si lo revelado me gusta o no. Mírame ahí, literalmente dando lecciones, y de pronto mis palabras se vuelven contra mí, y me doy cuenta de que bonita, ya podrías aplicarte el cuento...

 
Y no quiero. O no sé si quiero. En cuanto la idea ha pasado por mi cabeza me ha venido una sensación de calma muy fuerte, por primera vez en semanas. Está claro, diría cualquiera, que ese es entonces el camino correcto. Incluso muchos dirían que es el camino fácil. Pero no lo tengo tan claro.

 
No quiero eliminar mis expectativas, aunque sé que me están haciendo daño. No quiero soltarlas, aunque no son justas sobre quien las aplico. No quiero dejarlas ir porque cuando cierro los ojos (cuando no soporto estar sola) son ellas las que me acompañan hasta que me puede el sueño.

 
Anda que no habrá cosas más sanas en las que apoyarse, eso ni lo dudo yo ni lo duda nadie, pero sigo cojita y esta muleta aún funciona. Por mucho que sepa que sólo es un parche que me va a agrandar el descosido no puedo dejar de remendar con él, con la esperanza de que quizá esta vez sí sea mi roto.

 
Dios mío, sabes que sé lo que quiero.
Sabes también que no sé lo que me conviene.
Sabes también que no sé qué hacer.

(Para la Ana del futuro, cuando irremediablemente lea esto en un ataque de nostalgia y narcisismo: espero que estés bien. Espero que estés mejor que yo, aunque yo ahora no esté muy mal. Lo que haya tenido que ser, será, pero tú y yo sabemos lo que espero que haya sido. Sólo tú sabes que fue de verdad.)