jueves, 18 de mayo de 2017

La subestimación de la nuca

Hubo una vez que me obsesioné con tu nuca. (Una vez, dice, una sólo). Los demás decían, "eh, menudos brazos", "eh, menudos ojos", "eh, menuda sonrisa". Pero a mí no me valía. Tus brazos me parecían débiles. Tus ojos, pequeños. Tu sonrisa, tan falsa como tu acento. Pero tu nuca era perfecta. Siempre tras de ti, esperando. Normalmente colorada, por el sol o la vergüenza. Un par de pelos que escaparon el último corte. Una camiseta indiferente. La más sutil promesa de tus tímidas orejas.

Yo quería tu nuca. Iba por la calle, por el metro, buscándola. A veces, los días agridulces, encontraba alguna imitadora. Dos países y medio después, se me olvidó un poco. No mucho. Pero este lugar está lleno de nucas. Hoy, me he encontrado a su hermana en la esquina. Me he acercado con cautela, para ver si era un espejismo. Pero no valía. Porque tus brazos no son tan tensos, ni tus ojos tan azules, ni tu sonrisa tan seria. Y es que resulta que, quizá, hacemos bien en subestimar a las nucas.

She was close
Well, you couldn't get much closer
She said "I'm really not supposed to but yes,
You can call me anything you want".


No hay comentarios:

Publicar un comentario