Mira hacia tu cama. ¿Qué ves? Yo, una alfombra mágica, en la que el verano me llevó a dar la vuelta al mundo miles de noches. Yo, una alfombra de rosas donde mis ojos se abrieron con la llave del beso de amor. Yo, mi lecho de muerte, donde algún héroe me confesó su amor y logró sanarme.
Túmbate en ella. ¿Qué tocas? Yo, un edredón rugoso que me abraza como una madre. Yo, un colchón blando, en el que nunca encuentro la posición adecuada. Yo, un somier pequeño, que deja escapar a los dedos de mis pies.
Quédate en silencio. ¿Qué oyes? Yo, un muelle que siempre quiso ser ratón. Yo, el crujir de la madera con complejo de dosel. Yo, el lejano golpeteo de unos dedos sobre las teclas.
Coge aire. ¿Qué hueles? Yo, el perfume viejo de las mantas marrones. Yo, el aroma de los sueños que se escapan con el día. Yo, todas las noches solitarias, que han quedado grabadas en mi almohada.
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