martes, 8 de octubre de 2013

Hombre. Sólo. Solo.




¡Qué fácil se ve el pasado cuando llegas al borde del abismo! 

La persecución había resultado humillantemente corta. A pesar de la obsesiva minuciosidad con la que lo había planeado todo, hasta el detalle más insignificante se había torcido en el último momento. No había habido una demostración de desapego al botín por parte del chispeante y apuesto protagonista, ni un atronador sonido de sirenas cada vez más lejano, ni un Cadillac Eldorado hacia el atardecer, ni si quiera una de aquellas plantas rodadoras que marcan el momento de calma justo antes de la violenta secuencia que enfrenta a neumático y asfalto. 

Sólo quedaba un hombre mediocre, sentado con los pies colgando sobre el barranco y una bolsa en la mano con el símbolo del dólar, completamente vacía. La oscuridad de la noche le hacía parecer incluso más pequeño de lo que era, de lo que se sentía.

- Vas a tener que volver, ¿sabes? -susurró una voz a su espalda-. Has fracasado, has fracasado estrepitosamente, como siempre que intentas ser quien no eres. ¿Qué haces aquí todavía?

- Déjame solo -gruñó el hombre-. No recuerdo haber pedido tu opinión.

- Ah, eso es cierto... Y sin embargo, sabes que no podrías vivir sin ella. La necesitas, mi joven amigo, y serás un necio mientras no lo reconozcas.

- Creo que podré soportarlo, y que incluso me acostumbraría. Los necios suelen ser más felices.

- Ah... pero tú sabes bien que no eres un necio. Un iluso, quizá, un idiota, definitivamente un cobarde, pero no un necio.

[...]

- Tienes razón. Nunca fui un necio.

Las primeras uñas de sol aparecían ya por el horizonte cuando, con los brazos extendidos, saltó.

necio, cia.
(Del lat. nescĭus).
1. adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber.
2. adj. Imprudente o falto de razón.
3. adj. Terco y porfiado en lo que hace o dice.

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