Del futuro menos inmediato.

I can't get a life if my heart's not in it.

He pensado mucho en esto, lo digo de veras, le he dado muchas vueltas al asunto. ¿Qué voy a hacer con mi vida?

Parece evidente que el objetivo de todo ser humano es alcanzar la felicidad y, al menos en eso, no soy ninguna excepción. La cuestión es, supongo, cómo emprender el camino hacia ella. Vamos a dejar a parte las consideraciones metafísicas y filosóficas sobre qué es la felicidad, y similares. Quiero ser feliz con lo que la vida me traiga, pero ahora mismo el aspecto del futuro que más me inquieta es cómo demonios voy a ganarme el pan y no morir de aburrimiento en el intento. Miro a mi alrededor y veo muchas, demasiadas, caras largas y enfurruñadas, trabajadores que no están a gusto con su trabajo, pero que se han hundido en una rutina tan profunda que ya han olvidado qué es lo que realmente les apasiona, qué les hacía vivir. Sé que tal y como está el mundo no podemos ponernos demasiado exigentes con estas cosas. Sin embargo, qué diablos, soy una joven inconsciente y preocupada por los aspectos más retorcidos de mi existencia, así que no he podido evitar pensar cuál sería mi ocupación perfecta.

Llevaba muchos años convencida de que la arquitectura era mi carrera, pero al parecer, y si esto no mejora, no me veo demasiado futuro. Y no es porque sea una completa inútil, no lo soy del todo, sino porque implica un esfuerzo que no merece la pena bajo mi punto de vista. Implica descender del plano mental al plano tangible, implica un desgaste de la idea original, implica la corrupción de la esencia del pensamiento. Implica, en fin, una cantidad de trabajo manual, técnico y repetitivo (por mucho que pretenda encubrirse con un buen barniz de falsa creatividad y diseño) que no me satisface en absoluto. Yo soy una chica de cabeza, no de manos, al fin y al cabo.

Otra actividad que aprecio sobremanera es la escritura. Me veo dentro de, digamos, veinte años, habitando en un mundo creado por y para mí, pero que ha fascinado a medio mundo y me ha hecho famosa, me ha hecho increíblemente rica y me ha hecho feliz. Pero, a pesar de que escribir no se me dé mal, veo poco realista un futuro basado en ello. No soy Tolkien, no soy Rowling, no soy Martin. Cualquiera de sus obras requiere una apabullante cantidad de trabajo, tanto intelectual como físico, que, de nuevo, no me veo preparada para llevar a cabo.

Todo esto deja claro una cosa... soy una vaga de narices. Meh, vaya novedad. Mi madre lleva diciéndomelo desde que tengo memoria, y razón no le falta. Quizá un estímulo diferente en mi más temprana experiencia escolar hubiese sido suficiente para cambiar ese rasgo, quizá no, el hecho es que lo soy y cambiarlo sería, además de difícil, sumamente frustrante para mí. No me gusta la actividad física. No me gusta, y menos cuando degrada la actividad intelectual. Sólo los genios deberían ser capaces de hacer eso, de pasar de la mente a la realidad, porque cualquier otro mortal comete un crimen cuando lo hace.

Es por eso que mi conclusión es que, ya que yo no soy ningún genio, debería dedicarme única y exclusivamente a las ideas. Generando ideas soy una campeona. Asociando conceptos jamás conciliados, inventando relaciones estúpidamente inteligentes, haciendo chistes (y qué chistes). Pero también adelantando futuros inventos, planificando modelos de organización, proponiendo métodos de vida. Siempre que se quede en el coco, siempre que no pase de unas cuantas palabras habladas, o escritas, domino el asunto. Mi problema es hacer todo eso realidad. Así que dejaré que sean otros quienes, por un módico precio, utilicen mis brillantes proyectos para construir un mundo más bonito.

Voy a ser, un día de estos, vendedora de ideas. ¿Alguien me compra ésta?

The importance of being idle - Oasis