Hoy es martes, y el sol pega con fuerza. Todos los martes hay sol, pero el de hoy es especialmente irritante. Todos los martes desaparezco repentinamente y vuelvo a aparecer en los sitios más insospechados. Hoy ha tocado el tejado.
Las vistas son excelentes desde aquí. O lo serían, si
tuviese ojos para disfrutarlas. La cuestión es que el tejado es un sitio tan
bueno como cualquier otro para echar la mañana. Si sólo corriese un poquito de
brisa…
Nunca me he planteado seriamente la razón de mi existencia,
ni las leyes a las que está sujeta, pero esta vez no he podido dejar de
preguntarme cómo demonios me mantengo encima del tejado. Pero aquí sigo, ajeno
a la gravedad del asunto.
Las horas pasan y, en fin, sigo sin tener nada interesante
que contar. No es fácil ser un florero, y menos serlo desde el tejado un martes
de sol.
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