sábado, 16 de marzo de 2013

Fíngeme que no te importa.




Escondamos tras las manos nuestras caras,
y será todo más fácil.
Olvidemos lentamente las palabras,
y escapemos mientras miran
cómo huyen, cómo flotan, cómo vuelan,
cómo arrancan las respuestas.

Caminemos por la tan verde ladera
que rodar es muy de niños
y nosotros nos creemos tan mayores...
No te vayas aún, espera,
que en el cielo no he visto esta tarde armiños,
que se esfuman mis temores.

En lo alto de la montaña del centro
donde mis sueños descansan,
coronada por olivos en un trío,
yaceré cada mañana
con los ojos bien cerrados y muy dentro
de mi alma fluirá un río.

Poco a poco, la persiana horizontal
va tapándonos el cielo,
y la luz de mil tambores de cristal
hace retumbar el suelo.
Duerme niño, duerme niño, duerme ya,
que si no mañana muero.

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