domingo, 3 de marzo de 2013

J.




Julio.
Julio.
¿Julio?
¿No me oyes?
¿Acaso mis palabras no son dignas de tus dulces oídos?
Julio.
¿Acaso tu corazón no late cuando lo hace el mío?
Julio.
Al fin y al cabo, ¿no te sorprende?
Yo te he creado.
Yo te di esos ojos, ese pelo, esa ropa.
Sí, yo te vestí cuando estabas desnudo,
y me encargué de llenar tu estómago de papillas tan imaginarias como tú.
Yo visité tus castillos, 
yo paseé tus dálmatas,
yo inventé a tus amigos,
y a tus cuarenta hermanos.
Y aun así, te espero.
Y desespero en tu ausencia.


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