Una joven pasea por la ciudad. En el cinto su mapa y en la mano una cámara, lleva horas dando vueltas, perdiéndose y volviéndose a encontrar. Mapa o no, ahora mismo no sabe muy bien dónde está, pero eso no le importa. Cámara o no, lleva rato con ella enfundada, porque no le hace falta.
Una joven pasea por la ciudad, pero sin pasear del todo.
Lleva horas de aquí para allá, sin pies ni cabeza. No se ha sentado en toda la
tarde, su botella de agua sigue llena, pero no desfallece. Se para a veces para
hacer un poco el turista, otras para hacer un poco el humano, las más para hacer
un poco el poeta.
Una joven pasea por la ciudad sola, pero sin estar sola del
todo. Hay un millón de habitantes en las calles, asomados a las ventanas para
dar los buenos días a la luna y hay un millón de personajes susurrando cosas
raras en su mente, aunque algunos son más importantes que otros. Hay una voz en
lo profundo que le recuerda que nunca ha estado sola.
Una joven pasea por la ciudad sin un destino, pero con las
ideas claras. Sabe perfectamente a dónde quiere llegar, sabe cuál ha de ser el
camino, sabe de todo, pero aún no ha sabido encontrar las fuerzas que le faltan
para ponerse en marcha. Hasta entonces, simplemente camina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario